Espermatofagia
Refiere Octavio Paz en su libro Sombra de Obras (Seix Barral. 1996) que san Epifanio, obispo de Salamina en el siglo IV, conoció una secta herética llamada barbelognóstica, que adoraba a una suerte de avatar femenino de Dios.
Este avatar, de nombre Barbelo, cuentan que se aparecía con la forma de una mujer bellísima y, de manera voluptuosa, recogía esperma con el fin de recobrar su potencia diseminada entre los seres.
San Epifanio narra así las ceremonias de aquella secta: "Se reúnen hombres y mujeres (...) Sirven platos refinados, comen carne y beben vino, incluso los pobres. Una vez satisfechos y las venas henchidas de un exceso de pujanza pasan a la orgía.
El marido se levanta del lugar que ocupa al lado de su mujer y le dice a su hermano: Levántate y consuma el ágape con ella. Entonces los desdichados comienzan a fornicar, todos al mismo tiempo (...) Una vez acoplados, como si este crimen de prostitución no les bastase, alzan a lo alto su propia ignominia.
El hombre y la mujer recogen el esperma del hombre y, despositado entre las manos, lo ofrendan al Padre diciendo: Te ofrecemos este don, el cuerpo de Cristo. Después comen y comulgan con su propio esperma diciendo: Este es el cordero pascual por el que sufren nuestros cuerpos y por el que confiesan la pasión de Cristo. Hacen exactamente lo mismo con los menstruos de la mujer".
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