el blog de bubastis

domingo, junio 05, 2005

La Última Borrachera de Atila

Atila rondaba los 58 años cuando conoció a la joven y esclavizada princesa bactriana Ildico. De inmediato quedó prendado de ella y la rogó en matrimonio. Tanto ella como su padre se opusieron al enlace, sin embargo Atila no estaba habituado a escuchar negativas.

Por ello decapitó al progenitor de Ildico y se llevó a la muchacha después de que Ellak, hijo de Atila y propietario de la esclava, le informara de que la joven conservaba el virgo a los efectos de revalorizar su precio.

Satisfecho de su gestión, Atila ordenó que llevaran a Ildico a su palacio de Tisza, donde emprendería los preparativos para la boda.

Junto a estos fastos, Atila se atareaba para poner en marcha nuevamente al poderoso ejército huno. Estaba planeando el asedio de Roma y la ciudad de Buda hervía de actividad y ardor guerrero. Aquella debía de ser la campaña bélica definitiva; el sueño del bárbaro de aniquilar los últimos restos del Imperio Romano, y sobre ellos fundar el Gran Imperio Huno, por fin estaba a su alcance.

Sin embargo, 5 días antes de iniciar esta gran marcha militar, Atila contrajo nupcias con Ildico. Fue una fiesta legendaria a lque asistieron todos los grandes jefes de las tribus confederadas de los hunos y todos los gobernantes de todas las provincias de su imperio.

Atila e Ildico recibieron infinidad de obsequios, se sirvió el banquete más suntuoso y, al final de la velada, el rey de los hunos, siguiendo el primitivo protocolo de su pueblo, quiso brindar con los dignatarios presentes. Con todos y cada uno de sus generales se bebió de un trago una copa por su matrimonio y por la anexión de Roma.

El resultado es que Atila acabó con una borrachera terrible. Tambaleándose se llevó a su esposa al lecho nupcial, cubierto de sábanas blancas y decorado al gusto griego, y allí el rey de los hunos cayó desplomado.

Conviene precisar que Atila ya era un anciano y su salud empezaba a ser precaria, sufría graves dolores de cabezas y frecuentes hemorragias nasales y bucales.

Lo que sucedió al día siguiente fue que el general Onegesio, se encontró a Atila muerto. Ahogado en su propio vómito de sangre y a su viuda sollozando en el tálamo. Era la mañana del 16 de marzo del año 453, pocos días después sus hijos le enterraban en algún lugar cercano a Budapest sin saber que con su padre estaban enterrando el sueño de un imperio.