La Primera Mujer

Adán, antes de que Dios le procurase una compañera, se quejó al Altísimo por su soledad. Escuchando sus protestas, Dios formó a Lilith, la primera mujer, del mismo modo que había formado a Adán, aunque utilizó inmundicia y sedimento en lugar de polvo puro.

Adán y Lilith nunca hallaron la armonía juntos, pues cuando él deseaba yacer con ella, Lilith se sentía ofendida por la postura reclinada que él exigía. "¿Por qué he de yacer debajo de ti? - preguntaba -. Yo también fui hecha de polvo y, por ende, soy tu igual." Como Adán trató de obligarla a obedecer, Lilith, encolerizada, pronunció el nombre mágico de Dios, se elevó por los aires y abandonó a su compañero.

Adán instó a Dios para que la trajera de vuelta, y el Señor mandó a los ángeles Senoy, Sansenoy y Semangelof para que la buscaran. Los tres ángeles la encontraron en el Mar Rojo, en compañía de demonios lascivos con los que había copulado y engendrado unos vástagos monstruosos llamados lilim a razón de más de 100 al día.

Los ángeles intentaron llevarse a Lilith en compañía de Adán, pero ella se negó alegando que Dios le había encomendado el cuidado de todos los futuros recién nacidos (los varones hasta el 8º día, las niñas hasta el 20º). Los ángeles acabaron accediendo a los términos expresados por Lilith y la dejaron allí; si bien Dios hizo que la mujer-demonio quedara para siempre confinada en el Mar Rojo, habitando la noche y esperando que los padres descuidaran a sus recién nacidos para estrangularlos.

Dicen que todavía deambula por allí, en las ruinas del desierto edomita, reina de sus lilim, entre sátiros, búfalos, pelícanos, erizos, chacales, avestruces, víboras y cuervos. [Yalqut Reubeni ad. Gen. 2, 21 - 4, 8; Alpha Beta di Ben Sira, 47; Gaster, MGWJ, 29; Núm. Rab. 16, 25; Targum ad Job 1, 15]