La Vida Breve de Antonio Porchia
Antonio Porchia nació en Calabria (Italia) en 1886, hijo de un sacerdote que había colgado los hábitos. Desde la infancia conoció la marginación y la tristeza; y muy pronto marchó a Argentina, tierra que le adoptó y que le regaló el idioma con el que se haría inmortal.
En Buenos Aires desempeñó todo tipo de trabajos de baja categoría: carpintero, apuntador en un puerto, ayudante de tipógrafo... Allí sus vínculos con la nueva tierra se fueron estrechando y, más en concreto, con el barrio de la Boca.
Con discreción, sin querer molestar, Porchia fue desenroscando tímidamente su talento poético. En 1943, gracias a la insistencia de un amigo editó su obra capital Voces, en su día elogiado por el mismísmo André Breton.
Y es que la sencillez, la suavidad y la densidad metafísica se anudan en los versos de Porchia. En una sola línea recoge con todo el vigor del aforismo un despojamiento del lenguaje, una absoluta y casi cósmica desnudez emocional que en su día fue objeto de estudio del mismísimo Jorge Luis Borges.
Sin embargo, la mejor manera de ensalzar la figura de Porchia es con una muestra de su trabajo:
"Cerca de mí no hay más que lejanías"
"Un corazón grande se llena con muy poco"
"A veces hallo tan grande a la miseria, que temo necesitar de ella"
"Hay olvidos que son quien olvida"
"El amor que no es todo dolor, no es todo amor"
"Las heridas son nidos de flores"
"Donde no eres nada, quédate contigo y eres todo"
"El hombre es un habitante; pero, ¿de dónde?"
"Tanto no eres amado, tanto amas"
"Todos pueden matarme, pero no todos pueden herirme"
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