el blog de bubastis

domingo, noviembre 20, 2005

Nuestro Nombre es Felice Bauer

Parece mentira que este honesto blog haya tardado 7 meses en hablar de Kafka. En la inexistente redacción de Bubastis, todos coincidimos en admirar y querer a este escritor como a la díscola y caprichosa doncella que se burla de nuestros torpes y juveniles galanteos.

Y es que Kafka es fácil de amar, con su elegante porte de mártir literario no es raro ponerse en el pellejo de la pobre Felice Bauer, su eterna pretendiente. Leer a este judío laberíntico es como recibir una carta escrita en un lenguaje desconocido, pero firmada de nuestro propio puño y letra.

Kafka no tolera la identificación del lector del mismo modo que no tolera a sus semejantes, su obra es parábola y paradoja, es el "yo" que se interna en esa difícil tarea del autoconocimiento.

Por eso nadie puede ponerse en su lugar, porque, aunque estemos muy cerca de él, ninguno somos Kafka en la medida en que somos seres humanos y acaso Kafka decidió abandonar esa condición.

La primera lectora auténtica de Kafka fue la desdichada Felice, fue testigo horrorizada del primer argumento kafkiano. Su prometido se debatía en la agonía de la literatura, y por esta razón consignó en su diario el 3 de enero de 1912: "Cuando se hizo evidente en mi organismo que escribir era la expresión más productiva de mi ser, todo se inclinó hacia ello y abandoné todas las facultades que se orientaban hacia los placeres del sexo, del comer, del beber, de la reflexión filosófica y, esencialmente, de la música".

Y es que Kafka ha llegado al punto sin retorno, aquel en el que, habiendo intuido las fuerzas saturnales implícitas con la literatura, escoge tranformarse en monstruo, en terrorífica y patética gargantúa aferrada a su escritorio.

Kafka inventó aquello que Ernesto Sabato llamó literatura subterránea, se erigió en una insignificante encarnación de un dios primitivo, depredatorio y creador. Kafka como hombre sabía que el matrimonio con Felice era su salvación, pero a la vez sabía que debía advertirla de la serpiente que reptaba dentro de sí.

Como en las religiones primitivas, el escritor se había autoinmolado ante el altar de la literatura, se ofrecía en holocausto a cambio de dejar de sentir, y en ese proceso, después de haberse transformado a sí mismo en nada, convirtió a la pobre Felice en su personaje.

El 21 de junio de 1913 Kafka escribía a su enamorada que "El escribir es auténtica buena razón de ser (...) Cuando estemos juntos tendrás que comprender pronto que si no amas lo que escribo, no dispondrás absolutamente de nada a lo que aferrarte", 5 días después continuaba incidiendo: "Para poder escribir, tengo necesidad de aislamiento, pero no como los ermitaños, sino como los muertos (...) No te espera la vida de esa mujer feliz que tú ves camninar ante ti, no te espera la alegre charla, cogidos de la mano, sino una vida monacal al lado de un hombre afligido, triste, callado, descontento y enfermizo que está atado con invisibles cadenas a la literatura y que prorrumpe en gritos cuando alguien se acerca a él".

¿Entienden ahora por qué nuestro nombre es Felice Bauer?

7 Comments:

At 2:37 p. m., Anonymous Anónimo said...

La lectura de los Diarios de Kafka es una experiencia única. Uno de esos libros que no puede dejar indiferente al lector, sobre todo si ama la literatura.

Ahora que lo pienso, yo hace 14 meses que escribo el blog y tampoco he hablado aún de Kafka ¡Qué raro!

 
At 4:05 p. m., Blogger Pussy Galore said...

A mi Kafka me pone muy triste...

 
At 4:17 p. m., Blogger Aura said...

Él decía que los que aman con pasión cuando aborrecen lo hacen con furor. Y que a partir de un cierto punto no hay retorno, que ahí es donde se ha de llegar. Son dos aproximaciones muy significativas a su ser interior.

Difícil ser Felice, aunque, ¿qué otra opción?

Un saludo.

 
At 6:57 p. m., Anonymous Anónimo said...

Antes de casarte con alguien investiga sus vicios.

 
At 7:55 p. m., Anonymous Anónimo said...

Mi más sentida enhorabuena a la inexistente redacción de Bubastis por los post dedicados al mencionado genio.

Abrazo orgiástico.

 
At 1:24 a. m., Anonymous Anónimo said...

Kafka es uno de mis idola. Leer "El Castillo" en español, para Literatura de la Secundaria me llevó a aprender alemán, lo que significó la apertura de otro mundo. Leer a Panchito en alemán es un placer.

Néstor (Uruguay)

 
At 12:40 a. m., Blogger Felice Bauer said...

Felice Bauer es la eterna lectora, la perfecta lectora para Kafka, lejos se deben comunicar con cartas, cartas en las que Kafka muestra su sentimiento contradictorio hacia Felice y hacia su propia vida. Siempre encontré en ella una figura de desdichada mítica, mítica por la fuerza de este personaje en la vida de Kafka, es ausencia y presencia constante en su vida y su escritura, su salvación y su perturbación.
Te recomiendo que leas un capítulo dedicado a Kafka del libro El último lector de Ricardo Piglia, es muy poético.

 

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