Santa Deriva
Con el pulso inconstante
de los metales sucios nos reflejas,
y nadie se conoce en las remotas máscaras
que a su rostro le impone
la mudanza salvaje de tu helada corriente,
poliédrico río de mineral dureza,
mudo espejo de luz y de congoja
en el que el hombre apura el trago limpio
de su alegría efímera
o padece el silencio indiferente
con el que la vida acoge la agonía
de su indefensa sangre.
El rumbo impredecible eres del mundo,
esa estrella fugaz que ilumina un momento
nuestra noche cerrada y nos evoca
el consuelo de un orden, la tutela
de un ser sabio y clemente
que procura su norte a la nave del día.
Pero no hay compasión
ni parece existir discernimiento
en la pura energía desbocada,
sin conciencia ni culpa, que para algunos pasa
por ser tu voluntad.
Y no hay más voluntad que la del viento.
Y el viento nos arrastra.
Tu piedra es la primera
en la mansión feliz de las almas robustas
y en la frente del alma lapidada.
Los espíritus rotos
por el dolor del cuerpo son tu obra,
pero también los ániumos forjados
en la loca alegría de habitar en la carne
cuando la carne es dócil y su humor nos respeta;
tan radical y honda, esa alegría,
que nos duele en los huesos, la propiedad precaria
del verano y la luna.
Y alrededor la carne va muriendo.
Y el verano y la luna lo celebran.
¿Y quién te habrá lanzado en tu absurda derrota,
animal poderoso de rapiña,
contra el frágil cristal de los destinos?
¿Y qué será del nuestro en tus manos borrachas?
Arrolladora fuerza sin criterio
que en tu inercia propicias nuestra historia,
somos los hijos
de tu danza sonámbula y temible.
Nada somos sin ti.
Por eso,
arrulla con tu nana desquiciada
al sueño quebradizo de la vida,
y en tu frío furor sin fundamento
rueda,
ingobernable, oscura,
santa deriva.
Para que todo arda y se consuma,
alto y pleno en su nada.
[Vicente Gallego. El Sueño Verdadero. Ed. Visor. Madrid. 2003]
2 Comments:
¿Y qué será del nuestro en tus manos borrachas?
..
Las pasiones nos ponen en las manos de l@s borrach@s mas dementes, pasionales y guap@s, así está el asunto...
Mejor que nadar a contracorriente es dejarse llevar por esa mano impredecible líquida. Dejarse arrastrar y disfrutar aún del agua que entra por la boca y la nariz.
Bonita poesía.
Un saludo.
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