Mándese por Correo

Supongo que casi todos hemos bromeado alguna vez con la posibilidad de mandarnos a nosotros mismos por correo. De hecho, recuerdo un viejísimo tebeo de Roberto Alcázar y Pedrín en el que el primero metía a su pupilo en una maleta y lo sacaba de ella en mitad de la travesía de un barco (y lo mejor es que en el cómic no se aclaraba la razón de todo esto. ¿Las penurias económicas de la España de postguerra? ¿La racanería de Roberto Alcázar? Nunca lo sabremos)

Pero regresando al tema de nuestro post, lo cierto es que envolverse y mandarse a sí mismo por correo es una manera azarosa de viajar que, aunque nos parezca imposible, ya ha sido puesta en práctica. El pionero fue Henry "Box" Brown, un esclavo virginiano que en 1849 se liberó de su yugo enviándose por correo a Pennsylvania y, que se tenga constancia, le siguió Charles D. McKinley, que hizo la travesía de Nueva York a Dallas para visitar a sus padres dentro de una caja.

¿Nadie se anima a seguir su ejemplo?