el blog de bubastis

viernes, octubre 07, 2005

Putas y Poetas

La reciente reedición por parte de la editorial Hiperión de El Libro de Monelle de Marcel Schwob (Una novela mayúscula, lírica e imantada de piedad que les recomiendo fervientemente) pone de actualidad la tan vieja relación que siempre ha existido entre las prostitutas y los artistas.

Schwob, en esta primorosa novela, hace una narración patética y poética sobre el amor que lo vinculó durante 3 años con una jovencísima hetera de París hasta el fallecimiento de ésta por tuberculosis.

Evidentemente, Marcel Schwob no ha sido el primer escritor que ha vivido enamorado de tan marginales damas. En nuestro país la representación literaria de la prostitución se ha encontrado con ejemplos tan paradigmáticos como La Celestina o La Lozana Andaluza. Nicolás de Moratín alumbró una clandestina guía titulada Arte de las Putas (o Arte de Putear), que señalaba que en el Madrid del siglo XVIII existían más de 100 burdeles.

El agresivo poeta Francois Villon, en pleno siglo XV francés, ya glorificó en sus versos a algunas damas de alquiler, 4 siglos después Guy de Maupassant trató con amplitud el tema en su clásico La Maison Tellier.

Volviendo a nuestro país, el aguerrido putero y novelista Enrique Sánchez Seña iluminó nuestro siglo XIX con obras como Las Rameras de Salón (Páginas de la Deshonra y los Vicios Sociales) o La Manceba.

Sin embargo, dejemos que la memoria se detenga en las historias más hermosas, en los episodios trasegados de dulzura y abandono como el que alumbró a Thomas de Quincey para escribir en sus Confesiones de un Comedor de Opio Inglés, la desamparada y terrible peripecia que le unió con Anne, la joven prostituta que le auxilió en la calle Oxford de Londres. La pobre Anne, que desapareció de la vida del escritor inglés sin dejar más rastro que el de haber inspirado una de las historias de amor más desgarradas de la literatura.

O la pequeña Nelly, que agonizante de fiebre miró al colosal Dostoievsky y rozó la misericordia del sublime literato ruso. O la delicada Monelle, siempre Monelle, a quién Schwob le dio el pasaporte de la inmortalidad con palabras como éstas:

"Monelle se calló y me miró: Yo he salido de la noche, dijo, y volveré a la noche. Porque yo soy una niña prostituta. Y Monelle dijo también: Tengo piedad de ti, tengo piedad de ti, amado mío. Sin embargo volveré a la noche; porque es necesario que me pierdas, antes de que me encuentres. Y si me encuentras volveré a escaparme de ti. Porque yo soy la que está sola..." [Traducción y versión de Jesús Munarriz]

4 Comments:

At 6:03 p. m., Anonymous Anónimo said...

Ya veremos si logro conseguir esa novela. Entre tanto, te mando un cálido saludo.

 
At 1:18 p. m., Anonymous Anónimo said...

No me extraña en absoluto. Los iguales se buscan, y los artistas, sobre todo en otras épocas más miserables, eran marginados por la sociedad.

Abrazo orgiástico.

 
At 8:18 p. m., Blogger bubastis said...

Muy curiosa tu perspectiva, Ella, desde luego que prostitución y poesía tienen en común la marginalidad.

En el fondo creo que los poetas son enfermos de sensibilidad y esa condición es la que les hace detectar la belleza donde nadie más la observa.

 
At 11:25 p. m., Anonymous Anónimo said...

Joder,tronco,nunca había visto una foto de Schwob.Se parece un poco a Lon Chaney,¿no? Un escritor a reivindicar,sin duda, como hizo el propio Borges.Sus 'Vidas imaginarias' son deliciosas.

En cuanto a la relación entre literatura y lenocinio,sin duda ese punto de malditismo,de vida bohemia que tiene la prostitución casa muy bien con la obra de un De Quincey o un Maupassant.

 

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